Iribarne de Aussurucq, hoy difunto, yendo a su granero, encontró cerca de la cruz de los campos un peine de oro que había. Cuando volvió de nuevo, el lamiña le rogó volverle su peine; pero Iribarne negó que lo había encontrado.
La misma noche, el campo de Iribarne, vecino de la cruz, estuvo cubierto con piedras de tal tamaño, que ningún hombre habría podido removerlos; y la mañana siguiente Iribarne vió con dolor su campo arruinado y volvió de nuevo decir su desdicha a la casa. Su vecino el lo más cerca posible le hizo entender que seguramente había herido y que solo los lamiñak, en estado de llevar estas grandes piedras en una única noche.
Iribarne intentó aún negar, luego termina por reconocer que había encontrado un peine de oro y se había negado a volverlo al rezo del lamiña. El vecino le aconsejó prorrogar el peine de oro donde lo había encontrado, hubo y, a partir de la noche siguiente, su campo se quitó de todas las piedras que lo entorpecían.
Desde este momento, todo el mundo respetó los objetos perteneciendo a los lamiñak.
Fuentes :
Bibliografia : Légendes et Récits populaires du Pays Basque - Jean-François CERQUAND - Editions Aubéron
"légendes basques" de Jean Barbier Editions Elkar 1982
Dictionnaire Illustré de la Mythologie Basque - José Miguel de BARANDIARAN, traducido y anotado por Michel Duvert - Editions ELKAR
Extractos resultantes de un labor de investigación de la asociación LAUBURRU. Michel DUVERT - Claude LABAT - LAUBURU BP 314 64103 BAYONNE cédex
Contes populaires et légendes du Pays Basque" les presses de la renaissance PARIS.
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