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El cura de Gerrikaitz y las brujas

La brujaEl cura de Gerrikaitz no creía en las brujas. Para eso repetía todos los días a los feligreses:
- Ignorantes y crédulas criaturas, no hay brujas, aqui nunca ha tenido y no tendrá nunca… Porque las brujas son la imaginación del diablo para asustar los almas candorosos como ustedes. Las brujas son una superstición, la invención de un espíritu perverso para burlarse de la humanidad. ¡Estúpidas criaturas que estos feligreses que se dejan engañar por viejas chocheadoras! Habrían hecho mejor de enterarse del catecismo como la normal y cesan las estupideces.
Pero no, al menos, alguien murmuraba que había brujas al pueblo ya que había encontrado a una vaca muerta porque un niño era enfermo y el cotilleo no tardó en llegar a las orejas del cura.
- No hay brujas, no hay brujas… En todo el mundo no hay una única bruja.
¿ Pero, cómo debo decírlelo ? gritaba en un nuevo sermón. ¡ No hay brujas, no hay brujas, poneselo uno buena vez para toda en la cabeza !

Un día, desde su cátedra, al menosprecio de la persistente creencia a las brujas de sus feligreses, después de haber gritado su existencia una vez más negando, nuestro cura volvió a entrar en su casa y fue a dormir sin cena.
   Se durmió inmediatamente pero no fue un sueño pacífico y reparador sino agitado y en sudor, se removió en su capa rodeado de pesadas y pesadas sombras.
Repentinamente un ruido lo despertó en sobresalto el amable por sentarse sobre su cama tal como empujado por un resorte. Se tranquilizó un momento cuando él incluido que lo había despertado era las campanas de la iglesia que indicaban medianoche.
   Sin embargo, cuando el eco del último golpe se disipó en el espacio y que el religioso sese preparaba se acostarse, una detonación lo hizo rectificarse. Inmediatamente, tal como se brota de millones donde incluso de mil millones de gargantas ensorgiñadas, oyó esta frase:
¡ Ba gatituk ! (Estamos aquí!)
Temblando de susto, su cuerpo empapado de sudor frío y sintiéndose rodeado por un millón de pequeños ojos brillantes y amenazando, el cura susurra:
¡ Las brujas, son las brujas… y vienen para mi !
Inmediatamente, aumentando una mano temblor epidémico sobre el frente para firmarse, imploró con entusiasmo:
¡ Ayudamé, Dios!
  Inmediatamente, el pénombre de la habitación volvió a ser normal por ahora. Ningún sonido alteró el sosiego de la noche.
Restablecido, un momento después de seabandonó su cama y se puso a la ventana. Nada de particular exteriormente. Todo estaba en orden, como siempre. Finalmente se decidió dormir aunque esta noche no pudo encontrar el sueño.
   Desde entonces, y para la sorpresa de sus feligreses, el buen cura no negó más la existencia de las brujas, y cuando alguien hacía mención de ellas, se limitaba a firmarse y descartarse un rezo rápidamente que alegaba dejándolos con sus cotilleos.

Fuente : Sorgiñas, leyendas vascas de brujas ISBN: 84-95846-46-2 © de la Edición "Los libros del cuentamiedos".

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