Abarka

Las peñas de Sarba

Hubo en Apellaniz, a un determinado tiempo, muchos enfermos con botones sobre todo el cuerpo y a quienes ni los brebajes ni las pociones de los más famosos médicos y curanderos podían curar.
Para liberarlos de este mal se hicieron rezos públicos a San Bartolomé. Casi hubo a la iglesia, excepto algúnas viejas que tenían la reputación de gustar los actos de brujería. Antes de este rezo colectivo, la población temía que fueran ellas los culpables de esta enfermedad.
   Cuando todos se encontraron a la iglesia, estas viejas subieron a las peña de Sarba que se sitúan sobre Apellaniz, como si amenazaban caerses sobre el pueblo. Estas mujeres descamisadas se reflejaron en una enorme grieta y, finalmente, muchas piedras terminron por caer hacia la iglesia.
   Asombrados, los campesinos se reflejaron a huir del recinto consagrado sin tener en cuenta las buenas maneras. Pero, miraculosamente y ante la sorpresa de los feligreses, la estatua de San Bartolomé aumentó una mano y exclamó con una voz imperial:
¡- No sus movais! (No se mueven)
Los campesinos esperaron un momento, entre terror y admiración, mientras que las piedras pararon en su curso loco. Así pues, parece se terminó la terrible aventura ya que hoy aún, las rocas de Sarba no se han movidas.

Fuente : Sorgiñas, leyendas vascas de brujas ISBN: 84-95846-46-2 © de la Edición "Los libros del cuentamiedos".

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