Se decía antes que el proprietario del caserio Gonzogarai, en Ziortza, era muy usual de médisances.
¡ Esa manía tuya de maldecir por todo, algun día te traera un serio disgusto ! le habian repetido muchas veces sus mejores amigos.
Pero él, ni caso.
¡ Maldita sea, ¿ qué disgusto ha de traerme Qué disgusto... ? !¡ Maldita sea mi estampa ! se enojaba al oir tal cosa.
Pero, en efcto, tuvo un disgusto, Y bien gordo por cierto. Y es que mas tarde, justo cuando estaba lanzando las mas desatinadas maldiciones por el motivo mas trivial del mundo, se levantó de pronto un viento arremolinado alrededor suyo, ese que llaman popularmente sorginaize (viento de brujas), y lo engulló y elevó a muchos metros de altura, ante el asombro de quienes fueron testigos del succeso. Luego, tan de repente como se habia producido cesó el viento, y el maldiciente dio violentamente con sus huesos contra el suelo, quedandose rullido para siempre. Desde aquel día, el proprietario de Gonzogarai no volvió nunca a maldecir.
Fuente : Sorgiñas, leyendas vascas de brujas ISBN: 84-95846-46-2 © de la Edición "Los libros del cuentamiedos".
Anteriora |