Abarka

Un ladrón de morcillas

El sacristanEl día de San Martin, en un caserio de Astigarrabia, pueblo rural de la región de Mutriku, se mataba el cerdo. La gente de la casa constataba, consternados, que se robaban morcillas, chorizos y algunos otras partes suculentas del cerdo. Esto durante varios años. El amo del caserio se decidió quedarse a vigilar. Terminado el sacrificio, nuestro hombre se escondió detrás la puerta donde se guardaban los embutidos y aguardó pacientemente. En cuanto se hizo de noche, no tardó en aparecer un perrito, un perrito de aspeto inofensivo, que se dirigió diligentemente a donde estaban los chorizos y las morcillas, de los cuales cogió unas cuantas piezas con sus fauces. De modo que ese era el ladrón ! Pero no pudo llegar muy lejos con el botin pues, sin perdida de tiempo, el amo del caserio la emprendió a golpes con el chucho, rompiendole las patas traseras. Aun asi, el perrito logró escapar y salvar su vida.
   Como el amo, recuperadas sus morcillas y sus chorizos, refirió a su familia muy ufano lo sucedido, y como a la mañana siguiente apareció el sacristan con las dos piernas rotas, y no fue capaz de explicar convincentemente el motivo del descalabro, rodos en Astigarribia dieron en pensar que el perrito ladrón y el sacristan, brujo sin duda, eran la misma persona.

Fuente : Sorgiñas, leyendas vascas de brujas ISBN: 84-95846-46-2 © de la Edición "Los libros del cuentamiedos".

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